Bolon Green: Pulpa y molienda

Este artículo es un descarte de Proyectos que nos encantan 2015

Con su nueva planta de reciclaje en Ulricehamn, Bolon se asegura de que se reutilicen los suelos desechados. En las empresas de hoy en día, tener una perspectiva sostenible ya no es una opción sino una necesidad. Los clientes miran cada vez más a la credibilidad medioambiental de la empresa y seleccionan productos en consecuencia.

“Para Bolon, la sostenibilidad forma parte de nuestro ADN”, afirma Malin Andén, Director de Calidad y Medio Ambiente. “Ahí es donde comenzó todo, cuando el fundador Nils-Erik Eklund recicló restos de materiales y los convirtió en alfombras de retales. Aún seguimos desafiándonos a nosotros mismos, manteniéndonos un paso por delante de la legislación, no porque tengamos que hacerlo, sino porque creemos que es muy importante. Y no nos detenemos ahí. Queremos elevar el listón para los colaboradores y competidores, de modo que todo el mundo trabaje hacia un mundo más sostenible”.

Quizás sea la ubicación de la empresa en el paisaje exuberante y escénico de Västergötland, junto al lago Åsunden, lo que motiva el interés medioambiental de Bolon. La empresa mantiene la fabricación en Suecia, ya que tiene sentido no solo en cuanto a logística y transportes más cortos, sino que también permite un control total del proceso de producción. Los suelos de PVC están libres de ftalatos y la fábrica, el almacén y las oficinas se enfrían mediante energía geotérmica, que emplea agua subterránea extraída localmente, en lugar de refrigerantes que dañan la capa de ozono.

“Nos preocupamos profundamente por la sostenibilidad en todos los niveles de la compañía; en el entorno en que vivimos y trabajamos, en el proceso de fabricación, desde una perspectiva de gestión y también cómo se siente nuestro personal al respecto”, afirma Malin Andén. “Es como una cadena en la que cada eslabón tiene un papel igualmente importante”.

La nueva colección Flow es el primer suelo reciclado de Bolon y un producto de la última iniciativa de la compañía, la planta de reciclaje ubicada en la fábrica Ulricehamn. Bolon ha invertido 90 millones de coronas suecas en un proceso que muele pedazos viejos de suelos convirtiéndolos en gránulos, que luego pueden unirse y volver a formar un nuevo material, comenzando otra vez el ciclo. La planta también tendrá un impacto que se extiende más allá de la propia empresa.

“Tenemos planes en cartera para aceptar los productos de desecho de otros fabricantes, pero ese es un procedimiento que debe realizarse paso a paso”, comenta Torbjörn Klaesson, Jefe de la Cadena de Suministro y Oficial Técnico. “Del mismo modo, estaremos preparados para aceptar recortes y sobrantes de suelos de nuestros distribuidores europeos, por lo que nuestra visión es que en el futuro seremos capaces de recuperar nuestros suelos y convertirlos en unos nuevos”.

Deshacerse de sustancias peligrosas y materiales reciclados exige tiempo y compromiso financiero, pero Bolon también se enorgullece de las acciones más pequeñas, aunque igualmente importantes, que ayudan al medio ambiente, ya sea utilizando energía limpia o filtrando las partículas del aire de la fábrica. Malin Andén concluye: “El bienestar de nuestros compañeros, ser una empresa ética y practicar lo que predicamos es lo que nos importa, tanto ahora como en el futuro”.